La corrupción desde adentro
Por Mario Alberto Escutia
La corrupción es una palabra del latín: “Corruptio”, que significa: “acción y efecto de destruir”, es un mal de todos los tiempos y afecta a todos por igual en el ámbito social, económico y político. El filosofo indio Jiddu Krishnamurti refiere que la corrupción es un acto que viene desde el interior del ser humano por sentirse astuto y mas que los demás, evadiendo toda ley que pongan en su camino para lograr su cometido.
En plano de la política es común saber de actos de corrupción desde las altas esferas del gobierno hasta el burócrata del menor rango; en la prensa continuamente son exhibidos funcionarios que disimulan el interés económico y la ambición de poder, convirtiéndose más tarde en misteriosos millonarios que pese a ser protagonistas de escándalos públicos, continúan en el núcleo del gobierno sin recibir ningún tipo de castigo.
En este sentido, la impunidad es comparsa y sinónimo de la corrupción; en México se vive en un sistema arcaico de justicia penal impuesto por gobernantes ocurrentes que no alcanzan un nivel óptimo de capacidad intelectual y moral. Aún cuando se han realizado reformas intentando disminuir los actos de corrupción, las autoridades han reconocido que es un mal casi imposible de erradicar, ya que el ciudadano promedio está acostumbrado a pagar y recibir “los favores”, viendo esta situación con total naturalidad.
Agustín Basave en su libro "Mexicanidad y esquizofrenia", señala que la ética para el mexicano es el resultado la inoperancia, mientras que la corrupción es la funcionalidad; aunado a esto el egoísmo personal y la negación rebelde a un régimen político y legal, hace los gobernados compartan recursos para lograr sus intereses, como si fuera un método obligatorio de trámite.
Se dice que la corrupción debe combatirse con transparencia, otros más aventurados piden mayor cantidad de leyes y reglamentos, endureciendo el castigo para los corruptos, para así recuperar la confianza en la autoridad; sin embargo, el cinismo aparece cuando mencionamos la desigualdad social y económica en que vivimos, haciendo pensar a muchos que para lograr tener una mejora calidad de vida se tiene que vulnerar las reglas del juego.
La solución a este grave problema está en mirar hacia dentro de nosotros mismos y mejorar nuestro comportamiento como seres humanos, lo esencial es ser congruentes e íntegros, eliminando patrones aprendidos a lo largo de nuestra vida y comprendiendo que como individuos no tenemos porque imitar las acciones de otros, en cambio debemos hacer valer nuestros derechos con argumentos y procurar el respeto a la ley y a nuestros semejantes para lograr una honesta calidad de vida que nos hará ser buenos hijos, excelentes padres y mejores ciudadanos.
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